publicado el 30.1.07

Mexicali, Baja California Norte
Mexicali > los migrantes construyen sueños
Estamos en Mexicali, ciudad de frontera, como Cd. Juarez pero aquí parece que la ciudad no crece y no ha crecido alrededor del desarrollo de la industria maquiladora. Ciertamente, la maquila existe y paga. Paga poco, menos que en Juarez, pero paga. Está raro, la ciudad parece ser muy acogedora, todo mundo anda mucho más tranquilo. Esta es la impresión. Acogedora como lo son los diferentes refugios para migrantes que visitamos.
Agarrando el transporte público, al fondo de las calles que cruzamos se ve una barda, alta, color café que separa Mexicali de Calexico. Será que Calexico es pequeña, será que Mexicali no es el prostibulo para EU como puede serlo en dado momento Juarez, pero Mexicali parece no sufrir la presencia de EU. Sin embargo Mexicali es una ciudad de migrantes. Decenas de ellos llegan aquí todos los días con una sola idea en la cabeza: atravesar ese muro, brincarlo, cruzarlo para llegar a California, la tierra de los miles sueños, de las miles promesas que, quizás, se cumpliran.
Estamos aquí y conocemos los tres refugios para migrantes que aquí se encuentran. Dos de corte católico, otro laico. Pero los tres se ocupan de apoyar el esfuerzo de decenas que cada día tratan de pasar del otro lado y todos aquellos que son deportados por la migra estadounidense. Entre los primeros, la mayoría son mexicanos, entre los segundos todos son mexicanos, porque los centroamericanos o son expulsados por EU a su tierra de orígen o son entregados a la migra mexicana, que esposados los lleva al DF, a la estación migratoria de Iztapalapa, de donde, a su vez, son expulsados más llá de la frontera sur.
Y las historias que los migrantes llevan consigo son miles, todas diferentes entre sí. Miles de historias cada año. Mil historias de intentos y esperanzas, muchas de las cuales se quibran en contra del uniforme de la Border Patrol. Pasan la frontera con el coyote con una constancia que casi piensas que no hay otra manera, que casi podríamos decir que cruzar al otro lado es un hecho "coyotizado". Pagar y confiar tu propia suerte en las manos de un tipo que te pide, mínimo, 1,500 dolares, parace ser normal. Y si luego te lleva a destinación, te deje a mitad del camino, te venda a la migra o te asalte, poco importa: esta es una apuesta che cada quien ace con su propio destino. Pero lo que resulta interesante es que las miles de historias que pasan al otro lado, en la mayoría de los casos regresan por un sólo único agujero, un embutdo, que convierte en iguales a todos: una puerta blanca, hecha de malla, que cruza de regreso a los que la Border Patrol deporta. Una vez cruzada esa puerta, otra vez nacen miles otras historias: entre quinenes sueñan el regreso al otro lado, quienes buscan otras vías, quines se rinden y dicen "ya basta, regreso a micasa", quienes no saben que hacer. Otros se quedan aquí, en Mexicali, a construir su vida.
A las siete de la mañana estamos frente la casa-refugio Betania. Buscabamos hospedaje, pero el lugar abre hasta la tarde. Encontramos invez cuatro esquinas a formar el crucero frente al refugio. En las cuetro esquinas grupos de migrantes, mexicanos y centroamericanos, que esperan. ¿Qué? Un trabajo. En pocos minutos llegan los carros nice de gente que los lleva a trabajar, en la construcción sobre todo. 200 pesos para 8 horas de trabajo. No está mal, pensamos, "sí, pero te llevas una chinga", nos confiesan los migrantes. Pero están contentos, pues así sobreviven mientras esperan que alguien del otro lado envie dinero para pagar al coyote. Y este es un aspecto importante, pues no sólo de migración se trata, sino también de familias fracturadas por la frontera que buscan volverse a unir del otro lado.
Hay la migración femenina luego, en rápido aumento en los ultimos años. Antes no se contaba, pues se consideraba que viajaban con esposos, maridos, hermanos, y las mujeres desaparecían en las estadisticas de los hombres. Hoy hay mujeres que viajan sólas. Es el caso de Maria, del estado de Durango. Busca su padre, del otro lado. Ha sido detenida, amenzada de violación, castigada por negarse con tres días sin comida, agua y descanso y luego deportada. La encontramos en una banqueta y en cuanto nos acercamos descarga toda su frustración y miedo. "Tengo miedo, pero lo vuelvo a intentar", confiesa.
Pasamos la noche en la casa-refugio Albergue Del Desierto, centro para menores migrantes y mujeres. Hay sólo dos jóvenes, pero aquí cada año pasan almenos 800 personas. Hoy expulsaron Humberto, 17 años, llega y grita, casi consigo mismo, que mañana lo intenta otra vez. Manuel, 16 años, expulsado ayer, inevz dice que ya se regresa a Toluca, con sus padres.
Monica, directora del refugio, nos habla de las actividades del mismo [audio]. El mismo refugio tiene una oficina a dos metros de la puertecita que expulsa mexicanos. Ahèi encontramos Rosario que nos cuenta las experiencias en la lèinea del frente [audio].
Otra csa-refugio es el Maná, de inspiración católica. Este lugar hospeda sólo adultos hombres.
Nos habla Laura, cocinera, siempre al frente, persona extremadamente sensible [audio].
Mientras esto sucede, al fondo escuchamos las frecuencias de los 88.8, "de migrantes para migrantes", transmitiendo desde Los Angeles. Frecuencia informativa en español e inglés con noticias, musicas, informaciones, tips para cruzar la frontera. Además comunica ilegales del otro lado con las familias de este lado. Gratuitamente. ¡Esta es radio comunitaria!





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